lunes, 28 de mayo de 2007

Único camino: entendimiento

Los medios de comunicación de todo el mundo tratan con asiduidad lo acontecido en dos zonas del mundo muy concretas y cercanas entre sí. Ambas se encuentran en oriente próximo, oriente medio para los americanos. Se trata de Irak y Afganistán, naciones que Estados Unidos se ha encargado de poner en el mapamundi.

La inestabilidad social de los afganos e iraquíes les ha hecho convivir con una situación posbélica de constante riesgo. Sus atentados y enfrentamientos plagan las páginas de los periódicos y cansan a una audiencia saturada de esta situación, en la que todo parece repetirse hasta el más absoluto mimetismo.

La agencia de noticias Europa Press informaba ayer de la muerte de al menos 13 personas en una confrontación entre manifestantes y policías en el norte de Afganistán. La ciudad de Shiberghan ha sido la protagonista de este escenario dantesco, que se ha saldado además con más de treinta personas heridas.

Por otra parte, por otra parte perteneciente a la misma porción; Bagdad volvió a padecer un atentado. Uno más que sumar a la lista negra de masacres vividas en la tierra del Tigris y del Eúfrates. En esta ocasión, 24 han sido los fallecidos, 68 los heridos y 15 los secuestrados por presuntos insurgentes. La explosión ha originado graves daños en todo el mobiliario urbano, originando numerosos destrozos en comercios y vehículos.

Irak y Afganistán, dos países que aún se resienten por el paso de tanques a través de su superficie. Tanques occidentales, por supuesto. El mundo árabe continúa aumentando su odio hacia Europa y Estados Unidos mientras que la ONU se ve incapaz de mediar en la situación; incapaz por falta de poder, de influencia o, quizás, por sufrir demasiados poder e influencia proveniente desde una de las partes.

Situaciones difíciles de solucionar, en las que parece que nada ha cambiado. Aunque no es así, existe un detalle crucial que por fin ha entrado en juego. Washington ha empezado a plantearse qué hacer en estos escenarios, sobre todo en Irak; si continuar con la presencia de sus militares en la zona o, por el contrario, abandonar la misión. La cuestión parece no tener una respuesta satisfactoria, y es que todas las posibilidades barajadas se muestran insatisfactorias. Dada esta coyuntura, George W. Bush no duda en optar por continuar con la mano dura. El líder mundial ha declarado recientemente que hay que ser firmes y responsables con respecto a la situación de estos países, “nos espera un verano crítico”, ha avisado. Estas palabras se antojan falsamente protectoras, más aún cuando a la vez continúa presionando a Irán, país que no cesa en su órdago nuclear.

Las amenazas cruzadas desde oriente hasta occidente aumentan la crispación mundial, planteando un futuro nada alentador. Irán, Irak, Afganistán, Corea del Norte o Venezuela conforman un heterogéneo bando unido por su desprecio al G-8 y sus aliados, y con ellos a los valores de libertad, democracia e igualdad que han ido tomando forma a lo largo de siglos. Al enarbolar y hacer propios estos valores, adosados a las imposiciones y menosprecios, se está consiguiendo por parte del primer mundo un rechazo en bloque a todos los valores definidos como universales y presentados en los países pobres como ajenos. No tengo duda de que la solución debería consensuarse y no imponerse, el futuro de millones de mujeres y hombres depende del entendimiento y respeto mutuo.

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