Los insurgentes disparan con morteros desde el sur de la ciudad y los etíopes, apoyados por los soldados de la Unión Africana, responden con artillería pesada, cuyos impactos destruyen los escasos edificios que habían sobrevivido casi intactos a los 16 años de caos y guerra civil.
Los combates comenzaron el jueves, cuando el Gobierno provisional y el Ejército etíope lanzaron una ofensiva contra las milicias islámicas y los milicianos del clan hawiye, de nuevo unidos. Decenas de personas han muerto desde entonces y miles de civiles han dejado la ciudad. El clan hawiye, al que pertenece uno de cada cuatro somalíes, decidió esta semana luchar contra el Gobierno, al sentirse relegado por una Administración que basa su poder en el apoyo etíope y en los señores de la guerra.
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