sábado, 10 de marzo de 2007

Guerra entre hormigueros

Cuando tenía unos 10 años vi mi primera guerra, y no fue por televisión. Mi madre me había dejado jugando en el patio de nuestra casa, como otras tantas tardes. Los niños suelen tener un sentido de la curiosidad especialemente acentuado y yo no era diferente en eso. Me senté en el suelo y empecé a observar lo que se encontraba a mi alrededor. Todo estaba en orden, no había nada especialmente llamativo, pero empecé a fijar mi atención en unos seres diminutos, algunos incluso los clasificarían como insignificantes.

Esa tarde vi mi primera guerra, pero en ese momento aún no lo sabía. La calma existente no hace presagiar la experiencia que estaba a punto de vivir. El superficie sobre la que me encontraba era de cemento, una fina capa de cemento en mal estado que ocultaba lo que hacía no mucho tiempo había sido arena y barro. Esta característica le otorgaba un cariz irregular, que sería fácilmente comparable al estado de un campo de batallas.

La causa de la matanza que estaba apunto de iniciarse fue la comida. Ésta hizo que dos comunidades saliesen de sus hogares y se enfrentansen por unos mismos alimentos, no importándoles morir o matar por conseguir su fin, que a la postre era llevar algo con lo que alimentarse a los miembros de su grupo.

Los protagonistas de mi primera guerra no fueron republicanos ni nacionales, así como tampoco se trataba de occidentales y orientales. Es más, como años después comprobaría, tan si quiera la disputa se libró entre buenos y malos. Mis seres insignificantes eran hormigas, sí, L, hormigas; pero divididas en dos grupos rivales.

Sentado en mi suelo anómalo descubrí dos hormigueros. Se encontraban lejos entre sí. Los integrantes de cada uno deambulaban de forma falsamente errante, como si se encontrasen aturdidos, a lo largo de un territorio próximo a sus puntos de partida. Los unos no conocían la exitencia de los otros, pero cuando esa situación cambió empezaron los problemas.

En las guerras siempre existe un conflicto de intereses, que se podría resumir en que una parte no está dispuesto a renunciar a lo que es suyo o pretende que lo sea por lo que la otra considera que le pertenece o busca que así sea, ¿no crees, L?. A mí me lo enseñaron las hormigas, aunque en ese momento no fui capaz de darme cuenta.

Un reguero de alpiste fue su perdición. La curiosidad no es la única característica de los niños, una cierta malicia también les define, y yo tampoco era diferente en eso. Decidí poner a prueba a esas pequeñas criaturas esparciendo semillas desde el boca de un hormiguera hasta la del otro. Ahora sólo tenía que esperar.

Los pobres insectos empezaron a responder a su instinto. Poco a poco, fueron abandonando el subsuelo y se lanzaron a la recolección de su comida. Todo era tranquilo hasta que se cruzaron en el camino, hasta el momento anterior a disputarse un mismo grano.

No llevaban fusiles, tampoco iban ataviadas de forma especial, ni empuñaban bandera alguna. No logré escuchar ningún himno nacional, ni tampoco vítores. Sin embargo, no me cabe la menor duda de que asistí a una verdadera guerra.

En un primer momento, se limitaron a tirar cada una de un extremo de las semillas, pero, poco después, empezaron a utilizar sus mandíbulas para acabar con sus adversarias. Como en todas las batallas, hubo numerosas muertes. La crueldad de la Naturaleza convirtió a las que cayeron en alimento para sus enemigas.

Pasé toda la tarde observando esta epopeya. Quizás ese día fue el causante de mi atracción por las guerras. No despertó en mí un lado sádico, sino que consiguió mostrarme las complejidades de los enfrentamientos y la necesidad de conocer cada una de sus peculiaridades. Mi primera guerra me sigue planteando muchas preguntas y conclusiones, y existe uno que me asusta especialmete: yo fui quien originó mi primera guerrra.

1 comentario:

Roberto dijo...

Algún día las hormigas serán las reinas del mundo y le darán una lección de humanidad a más de uno. Sigue así, rebuscando en tus recuerdos de patios con rosales, je. El corredor nos espera...